
Nunca, como hoy en día, en tiempos de aguda crisis económica en los que existe una gran preocupación por lograr el sustento de los negocios y limitados recursos para ejecutar las estrategias, se hace palpable el continuo dilema de la administración de la empresa: hacer lo mínimo indispensable por cumplir contra hacer lo necesario y correcto para lograr los objetivos.
En la actualidad, es necesario que los accionistas y la administración, reconozcan que el riesgo de fraude —que antes se asociaba sólo a empresas con alto manejo de efectivo o inventarios de fácil manejo o factiblemente convertibles en efectivo—, es, en realidad, un fantasma que despliega su velo sobre toda clase de empresas, que es capaz de generar las peores pesadillas, incluso causar la caída de los negocios. Después de todo, de acuerdo con las estadísticas, más del 30% de los negocios desaparecen en el primer año debido a este delito.