miércoles, febrero 07, 2007

Violeta Parra… Gracias a la Vida

Casa en San Carlos donde nació Violeta Parra



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El 5 de Febrero se cumplió un aniversario más de la muerte de Violeta Parra Sandoval.- Nacida en la ciudad de San Carlos, Provincia de Ñuble, Octava Región, a una cuadra y media de mi casa paterna en calle Roble. Tuvo ocho hermanos, más otros dos medios hermanos, hijos de su madre. Varios de ellos son hoy ampliamente conocidos como poetas y cantores, así como sus hijos y nietos. Su madre se llamó Clarisa Sandoval y su padre Nicanor Parra. Estudió en el Liceo Nº 16 de Chillán.
Además del interés por cantar, desarrolló la necesidad de rescatar el folclore chileno característico de los campos. Paulatinamente, comenzó a investigar el folclore y a reunir la información necesaria para difundirlo. A partir de la década que comenzó en 1950, este trabajo se profundizó. Por medio de visitas, de casa en casa, Violeta recolectó información, rearmando las tradiciones culturales del canto chileno.
Tras su largo viaje por Europa, Violeta Parra pasó por un buen período de creación y reconocimiento artístico. Comenzó a trabajar con sus hijos en una peña folclórica instalada por ellos en Santiago.
En 1965 levantó una carpa-peña propia en Maipú, que después trasladó a la comuna de La Reina. La carpa tenía una capacidad para mil personas. Allí, Violeta vivía, cantaba y recibía a sus amigos, hasta que, por causas poco esclarecidas hasta el día de hoy, se suicidó el 5 de febrero de 1967.
Uno de sus composiciones que nos habla del gozo de vivir, "Gracias a la Vida" , nos servirá para rendir un pequeño homenaje a ésta Sancarlina ilustre del folklore.

Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me dio dos luceros que, cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco, y en el alto cielo su fondo estrellado y en las multitudes el hombre que yo amo. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado el oído que, en todo su ancho, graba noche y día grillos y canarios; martillos, turbinas, ladridos, chubascos, y la voz tan tierna de mi bien amado. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado el sonido y el abecedario, con él las palabras que pienso y declaro: madre, amigo, hermano, y luz alumbrandola ruta del alma del que estoy amando. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado la marcha de mis pies cansados; con ellos anduve ciudades y charcos, playas y desiertos, montañas y llanos, y la casa tuya, tu calle y tu patio. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me dio el corazón que agita su marco cuando miro el fruto del cerebro humano; cuando miro el bueno tan lejos del malo, cuando miro el fondo de tus ojos claros. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado la risa y me ha dado el llanto. Así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes que es el mismo canto y el canto de todos, que es mi propio canto. Gracias a la vida que me ha dado tanto.
(1964-1965)

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