Comentarios al modelo económico actual

-¿Tiene sentido la polémica desatada por Felipe Lamarca, respecto del modelo económico?
-Es una discusión que, teniendo sentido, empieza a desperfilar por dos razones. Una, porque se confunden los términos. Hay gente que empieza a hablar de cambiar el modelo y otros de perfeccionarlo y, al final, no queda claro a qué se están refiriendo. En ese sentido, el desperfilamiento es una distracción. Toda conversación es buena, pero no es bueno distraerse. Por otro lado, detrás de esta discusión subsiste la idea de que hay que distribuir mejor los frutos de este crecimiento extraordinario de Chile, cuando en realidad el crecimiento no es tan extraordinario. Y eso también indica que la discusión ha sido equivocada. La discusión central tiene que ser: cómo hacemos para que Chile crezca a tasas mucho más altas.
Las economías modernas que se encuentran incertas, sí o sí, en la globalización, y de la cual, no hay a estas alturas, marcha atrás, nos exigue reflexionar y cambiar las miradas añejas o sesgadas. Necesitamos tener una perspectiva nueva y actual que base nuestro progreso en: la productividad, la creatividad tecnológica y el emprendimiento.
Estoy leyendo el libro "El cambio está aquí" de Eugenio Tironi, y éste doctor en Sociología de la Escuela de Altos Estudios Sociales, París, Francia, se refiere al tema del crecimiento en varios
acápites de su libro, de los cuales cito algunos, a continuación: "Retomar el nivel de crecimiento económico es hoy el principal objetivo político del país". "Digámoslo con claridad: lo que Chile necesita en las circunstancias actuales es más que una correcta conducción económica. Es necesario un fuerte liderazgo gubernamental para emprender reformas orientadas a facilitar el crecimiento perdido". "La cuestión de crecer pura y simplemente, estuvo definitivamente fuera del horizonte de la conducción económica concertacionista, por lo que ella no desarrolló competencias ni reformas orientadas a esa finalidad"." Una opción así implica dar facilidades para que las empresas inviertan y crezcan para alcanzar tasas razonables de creación de empleos. Supone también - al igual como se hizo para salir de las crisis de comienzos de los ochenta- poner las capacidades y recursos del Estado, sin remilgos de ninguna especie, al servicio de la creación de oportunidades para el crecimiento".