Este comentario aparecido en Neofronteras se los transcribo para que mediten al respecto y tomemos conciencia inmediata, de este problema que afectará con mayor intensidad a las generaciones futuras:
Ya no hay más dudas sobre el calentamiento global, es real y está ocurriendo. Recientemente se están recibiendo muchas noticias relacionas con este asunto y todas son alarmantes. Algunas ya han sido publicadas en NeoFronteras y otras lo serán próximamente. Se han conocido diversas noticias al respecto. Sólo en la revista Science se han publicado tres artículos al respecto. En uno se resuelve la discrepancia de los datos provenientes del satélite y en el segundo los provenientes de globos meteorológicos. Ahora todos los datos y modelos de predicción empiezan a encajar. El efecto invernadero supone una amenaza para la Tierra. El hombre con su actividad industrial y en los transportes ha estado consumiendo mucha cantidad de combustible fósil (carbón, petróleo, gas natural…) durante los últimos decenios. Su combustión produce dióxido de carbono que es un gas invernadero. También se ha publicado recientemente que en Siberia se está liberando metano, un potentísimo gas invernadero, debido al calentamiento del permafrost (suelo que a cierta profundidad permanece helado todo el año) por el propio calentamiento global, en un ciclo que parece estar retroalimentándose. Recientemente se ha publicado otro resultado sobre las grandes consecuencias que sufrirán las regiones tropicales y uno más sobre el efecto en las capas altas de la atmósfera. Podemos enumerar muchos otros resultados, pero ya todos apuntan hacia el mismo culpable: el ser humano. El efecto invernadero es muy parecido a lo que ocurre en los invernaderos para cultivos de plantas. Los rayos del sol al incidir en el suelo calientan el mismo. El suelo, una vez caliente, emite radiación infrarroja que es emitida al espacio y que es parcialmente reflejada por la atmósfera hacia el suelo otra vez. De este modo la temperatura del conjunto se eleva. Siempre ha habido efecto invernadero, y este mismo efecto permite la vida sobre la Tierra. Lo que trae graves consecuencias es cambiar la intensidad de dicho efecto. Cuando aumentamos los gases de este tipo el porcentaje de radiación infrarroja reflejada hacía el suelo aumenta, con el consiguiente aumento de la temperatura. La vida en la Tierra puede adaptarse a cambios climáticos que se producen de una manera lenta en el tiempo, pero el actual ritmo cambiaría la vida en la Tierra tal y como la conocemos de una manera brutal. Un bosque, por ejemplo, se mueve muy lentamente a través de diversas generaciones de árboles. No ya sólo la subida de los niveles del mar anegaría ciudades costeras como Nueva York, Barcelona y similares, sino que el cambio climático alteraría los monzones, aumentaría la fuerza de los huracanes, habría más sequía e inundaciones y toda una multitud de desastres “naturales” de todo tipo como la difusión de enfermedades tropicales hacia las áreas “templadas”. Todo esto sin entrar en la extinción masiva y para siempre de toda clase de especies animales y vegetales. Mas vale que nos acostumbremos a un mundo poblado de ratas, perros, cucarachas, palomas y humanos, porque casi todas las demás especies desaparecerán. Todo esto que parece catastrofista no lo es tanto cuando se leen los datos científicos serios de los que disponemos. El primer paso para resolver un problema es conocer su existencia y ser positivo en este caso es estar en posesión de todo este conocimiento y actuar en consecuencia. Ignorar “felizmente” lo que está pasando y practicar la política del avestruz puede que sea “optimista”, pero nos puede costar muy caro.
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