miércoles, junio 22, 2011

Controles Anti-Fraude



Nunca, como hoy en día, en tiempos de aguda crisis económica en los que existe una gran preocupación por lograr el sustento de los negocios y limitados recursos para ejecutar las estrategias, se hace palpable el continuo dilema de la administración de la empresa: hacer lo mínimo indispensable por cumplir contra hacer lo necesario y correcto para lograr los objetivos.
En la actualidad, es necesario que los accionistas y la administración, reconozcan que el riesgo de fraude —que antes se asociaba sólo a empresas con alto manejo de efectivo o inventarios de fácil manejo o factiblemente convertibles en efectivo—, es, en realidad, un fantasma que despliega su velo sobre toda clase de empresas, que es capaz de generar las peores pesadillas, incluso causar la caída de los negocios. Después de todo, de acuerdo con las estadísticas, más del 30% de los negocios desaparecen en el primer año debido a este delito.
En el entorno económico actual se aprecia que las regulaciones están requiriendo cada vez más a la administración que considere el fraude potencial como un riesgo inherente del negocio, pues tiene efectos como: la pérdida del valor de la empresa para el accionista y las demandas de/a los accionistas, así como el incremento en el riesgo de su “reputación”.
Por otra parte, se han incrementado las expectativas en los servicios de auditoría externa e interna, en cuanto a su responsabilidad en la prevención, detección y reporte de situaciones fraudulentas, y las normas que rigen dichas profesiones se han hecho más estrictas para incluir la obligación de diseñar y aplicar pruebas tendientes a evaluar la actitud de la gerencia respecto al tema; integrar las auditorías de control con las operativas y financieras; e incrementar el grado de escepticismo profesional como resultado del incremento en fraudes y sus implicaciones de costo para las empresas.
Es evidente que no podemos confiar en la naturaleza humana y que siempre que se dé una combinación de factores como: oportunidad, racionalización e incentivos y presiones, la empresa estará expuesta a acciones de individuos o grupos que buscan obtener un beneficio para sí mismos, para un tercero o para la propia empresa, a costa de comportamientos que transgreden las barreras de lo ético, lo moral y las sanas prácticas de negocios.

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